Pero
también es que me gusta escribir, a ti, de pie y aceptar ser sorprendido
mientras lo hago, exactamente la situación que rechazo en bloque cuando se
trata de escribir otra cosa, para otros y para publicarles. Y al mismo tiempo,
sabes que no me gusta escribirte estos fragmentos miserables, estos puntitos
perdidos en nuestro inmenso territorio, que apenas permiten verlo, imaginarlo
incluso, que lo ocupan tan brevemente como el punto sobre la I, un solo punto
para una sola I, infinitamente pequeño en un libro infinitamente grande. Pero
(apenas puedo soportarlo, aguantar este pensamiento con palabras) el día en que
ya no sepa hacerlo, cuando ya no me dejes poner los puntos sobre mis íes, el
cielo se me caerá encima y la caída no tendrá fin, me extenderé en el otro
sentido
La Tarjeta Postal. De Freud a Lacan y más allá
1986
Jacques Derridá
1986
Jacques Derridá
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