En esa alcoba nuestra del cariño
A Francisco Brines
Breve fue la visita -nos urgían-
en la clínica adusta; interminable
en esa alcoba nuestra del cariño.
Tiene allí toda pena
y toda duración prohibido el paso.
en la clínica adusta; interminable
en esa alcoba nuestra del cariño.
Tiene allí toda pena
y toda duración prohibido el paso.
Ni me voy ni te quedas: no se
sale
de allí donde las almas se hacen una.
Te has venido conmigo, estás oliendo
el jazmín que cantaste de tu infancia,
con delicada voz maestra mía,
en esta noche nuestra de septiembre;
la rosa de tus noches yo la huelo.
Contigo, aunque me vaya, me he quedado.
de allí donde las almas se hacen una.
Te has venido conmigo, estás oliendo
el jazmín que cantaste de tu infancia,
con delicada voz maestra mía,
en esta noche nuestra de septiembre;
la rosa de tus noches yo la huelo.
Contigo, aunque me vaya, me he quedado.
Dile al alba que vives,
que conmigo te vienes todavía
a decir de mil modos nuestro afecto.
que conmigo te vienes todavía
a decir de mil modos nuestro afecto.
Estos versos escribes, los
desgrana
en mi boca tu boca, como ponen
mis manos en tus manos cuanto tengo,
y es solo una alegría de quererte
que no me quitarán,
pues lo llevo escondido en lo más claro.
en mi boca tu boca, como ponen
mis manos en tus manos cuanto tengo,
y es solo una alegría de quererte
que no me quitarán,
pues lo llevo escondido en lo más claro.
(4 de septiembre de 2010)
Vicente Gallego
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