martes, 17 de abril de 2012

8 de junio de 1977


Pero también es que me gusta escribir, a ti, de pie y aceptar ser sorprendido mientras lo hago, exactamente la situación que rechazo en bloque cuando se trata de escribir otra cosa, para otros y para publicarles. Y al mismo tiempo, sabes que no me gusta escribirte estos fragmentos miserables, estos puntitos perdidos en nuestro inmenso territorio, que apenas permiten verlo, imaginarlo incluso, que lo ocupan tan brevemente como el punto sobre la I, un solo punto para una sola I, infinitamente pequeño en un libro infinitamente grande. Pero (apenas puedo soportarlo, aguantar este pensamiento con palabras) el día en que ya no sepa hacerlo, cuando ya no me dejes poner los puntos sobre mis íes, el cielo se me caerá encima y la caída no tendrá fin, me extenderé en el otro sentido

La Tarjeta Postal. De Freud a Lacan y más allá
1986

Jacques Derridá