viernes, 2 de abril de 2010

¿A quiénes se les ha robado el nombre?

El nombre es lo único que llevamos del nacimiento a la muerte.
Eres Ana. No Ana María. Eres Ana. Alguien que lee mis poemas. 
El nombre es, te hace, te reconoce. Te miras al espejo y dices: Soy Ana, Ana de ahora, la que existe.
¿Quiénes no existen? ¿A quiénes se les ha robado el nombre?
            Ves una cárcel y un número.
            Ves una cámara y un número.
            Ves la lista del botín de guerra y son números.
A los heterónimos, tan llenos de nombres, no les alcanza uno solo para tanto ingenio, para tanto genio, Pessoa.
¿Y los que ocultan su nombre? ¿Los que transforman su esencia? Ya no más las Nieves de Varsovia, Conrad, ya no más.
Los nombres trascienden:
Lilit será siempre la maldad.
Otelo será siempre los celos.
Ofelia, la locura. 
Julieta la juventud y el amor.
Los bolus serán siempre la nada: No existen.
                                    Julio de 2000.
                              Perla Rotzait.

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