martes, 20 de abril de 2010

El único defecto verdaderamente fatal de tu carácter

Y a todo esto se añade que por tus actos y por tu silencio, por lo que haces y dejas de hacer, vuelves cada día de mi largo cautiverio más difícil de vivir para mí. Tu conducta envenena mi ración diaria. Haces que el pan me sepa amargo y el agua salobre. Redoblas la pena que compartes, transformas en angustia el dolor que tratas de aliviar. No quieres hacer esto, sin duda. Sé que no quieres hacer esto. Se trata únicamente de “el único defecto verdaderamente fatal de tu carácter: la falta de imaginación”.
Y la conclusión es que tengo que perdonarte. Debo hacerlo. No escribo esta carta para llenar de amargura tu corazón sino para extraerla del mío. Por mi propio bien debo perdonarte. Nadie quiere llevar siempre una víbora en el pecho que se alimenta de su carne ni levantarse noche a noche para sembrar cardos en el jardín de su alma. Si me ayudas un poco no me será difícil perdonarte. Siempre perdoné fácilmente cuanto me hiciste en los viejos días. Esto no fue para tu bien. Sólo puede perdonar los pecados aquel cuya vida está libre de todo mancha. Pero ahora que estoy confinado en la humillación y la ignominia es diferente. Ahora mi perdón representaría mucho para ti. Alguna vez lo entenderás. Ya sea que lo entiendas tarde o temprano, pronto o nunca, veo claramente el camino que se abre ante mí. No puedo permitirte seguir viviendo con el peso que cargas en tu corazón por haber arruinado a un hombre como yo. Este pensamiento puede llenarte de tristeza. Debo descargarte de ese peso y llevarlo sobre mis hombros.
Debo decirme que ni tu ni tú padre multiplicados mil veces podrían arruinar a un hombre como yo; que me arruiné a mi mismo y que nadie grande o pequeño puede ser arruinado sino por su propia mano. Estoy absolutamente dispuesto a decirlo. Estoy tratando de decirlo aunque no me creas en este momento. Si lanzo esta implacable acusación es en contra tuya, piensa qué acusación lanzo sin piedad en contra de la mía. Terrible como fue lo que me hiciste, fue mucho más terrible  lo que me hice a mí mismo.
Oscar Wilde
De Profundis.
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3 comentarios:

  1. De Profundis, sin duda la carta mas larga de amargo reproche y desolacion escrita. Has leido la Ballada de la Carcel de Reading?

    Supe qué pensamiento perseguido
    su paso apresuraba; supe por qué
    miraba el día brillante
    con ojos tan ansiosos.
    Había matado aquello que él amaba
    y tenía que morir.

    * * * * *

    Y sin embargo, cada hombre mata lo que ama.
    Que todos oigan esto:
    unos lo hacen con mirada torva
    otros con la palabra halagadora;
    el cobarde lo hace con un beso,
    con la espada el valiente.

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  2. Oh! No en inglés, lo que tiene que ser un verdadero lujo...
    Maravilloso don el de Oscar Wilde: dar siempre con la palabra y el tono adecuados.

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  3. Joder... y ha tenido que coincidir que estaba sonándome "ne me quitte pas" en los cascos... Esto es demasiado para una jornada laboral.

    En cualquier caso, estupendo el texto, My. Y luego aportaciones en los comentarios como la de Silvia... ¡así cualquiera! ;)

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